viernes, 2 de octubre de 2009

PETER GARIAEV,LOS TRABAJOS DE SU EQUIPO

Ignorar, o entender tan pobremente el rol de este 98% del genoma humano, es un error apreciable. Más aun, el que comprendamos correctamente el rol de la información genética representada por el 2% “conocido” del ADN, debería ser cuestionado, especialmente cuando el otro 98% es en el presente terra incógnita, terreno desconocido.
Es justo decir que actualmente entendemos pobremente el ADN. Esto es obvio, puesto que al nivel actual de conocimiento genético, no podemos curar completamente el cáncer, resistir el SIDA, vencer a la tuberculosis, o prolongar las vidas de las personas por encima de los 100 años.
Las, inicialmente, brillantes promesas de las creaciones de la investigación transgénica se han convertido tan solo en peligrosos “alimentos” híbridos que son extremadamente tóxicos para la biosfera, de la cual todas nuestras vidas dependen.
La clonación de animales solo ha producido horribles e inservibles criaturas, o animales que envejecen prematura y anormalmente, como en el conocido caso de la oveja Dolly.
¿Como vamos a poder trascender esta condición de abundancia de experimentos defectuosos y peligrosos, en la que muchos resultados inconsistentes y de gran riesgo son causados por la falta de una comprensión adecuada del ADN y por una dramática deficiencia en alcanzar a comprender los principios operativos fundamentales del genoma humano?
Para conseguir el éxito en nuestros intentos de tratar varios problemas médicos y curvar los procesos del envejecimiento humano, es claramente necesario entender los lenguajes por los cuales las células se comunican.
Hasta cierto punto, aquellos de nosotros que hemos sido pioneros de la “genética de onda” o genética ondular, hemos conseguido este propósito. Parece ser que los lenguajes que estábamos buscando, existen, de hecho, en el 98% incomprendido del ADN, o ADN “basura”, contenido en nuestro propio aparato genético. El principio básico de estos lenguajes genéticos es similar al lenguaje de las imágenes holográficas, así como a los textos construidos por el habla humana.
¿Que nos brinda este nuevo conocimiento? La respuesta es que ahora entendemos estos mecanismos. Hemos experimentado ampliamente con los procesos físicos y las descripciones matemáticas de estas funciones de información guiadas genéticamente. Hemos construido un sofisticado equipo de laboratorio y aparatos matemáticos que nos permiten modelar precisamente las funciones de información de las células vivas y de todo su ADN, incluyendo la red neuronal.
Estos dispositivos representan los primeros “bio-computadores cuánticos”, los cuales nos han permitido: 1) conseguir transferencias distantes(multikilométricas) de información metabólica y genética en forma de campos físicos especiales; 2) introducir estas informaciones en bio-sistemas humanos; y 3) realizar funciones de manejo estratégicas concernientes a bio-sistemas, sistemas bio-químicos y actuales condiciones fisiológicas. En particular, hemos descubierto que es posible regenerar glándulas endocrinas en animales. Por los mismos métodos, hemos curvado significantemente los procesos de envejecimiento en células humanas e incluso, hemos hecho crecer nuevos dientes humanos adultos en individuos que los habían perdido.
Hay que agregar que para probar el alcance de su teoría el equipo de Gariaev realizó experimentos modulando ciertos patrones de frecuencia ¡y consiguió reparar cromosomas dañados por rayos X! Tal y como explican Grazyna Fosar y Franz Bludorf en su libro Vernetzte Intelligenz -en el que se ocupan ampliamente de las investigaciones de Gariaev- llegaron incluso a capturar patrones de información de un ADN y lo implantaron en otro reprogramando así las células de éste. De esa manera consiguieron ¡transformar embriones de rana en embriones de salamandra! Insistimos: simplemente transmitiéndoles nuevos patrones de información del ADN. Un proceso que se realizó sin los efectos colaterales derivados de la manipulación directa de los genes.
Peter Gariaev, Ph.D

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